Arabescos:
Los arabescos corresponden a una escritura cuyo cuerpo retórico excesivo, aparentemente caprichoso, se da a ver antes que a entender. Esta obra registra (es decir, reproduce pero también detiene) el anónimo proceso de erosión de la materia que, ajena al tiempo de los afanes humanos, transcurre lejos de toda apariencia. Es precisamente la aparición que opera la mirada de la artista la que detiene el acontecer de la materia para hacerla ingresar así, congelada, en el espacio y tiempo de la obra de arte, que siempre anhela participar de la gravedad de las cosas que suelen serle esquivas.
La obra «Arabescos» es el resultado de un proceso que tiene su punto de partida en la observación de ciertos fenómenos naturales tales como la erosión y las formas y texturas que resultan de ella. Por lo tanto, en sentido estricto, el motivo inicial de la obra es la naturaleza misma como proceso. Dicho de otra manera, la artista en su proceso de obra se inscribe en un tiempo que la excede, en un proceso material iniciado en un tiempo indeterminado. El objetivo no es el simple rescate y exposición de aquellas formas azarosas, sino, por el contrario, hacer que la representación trascienda el «no lugar» de su propia artificialidad, hacia el soporte que en este caso es la sala misma.
Por esto, la obra no se expone simplemente sobre el muro limpio e indiferente del museo sino más bien inscribiéndose visualmente en ciertas zonas arquitectónicas del edificio que exhiben un proceso similar de desgaste y erosión.
En la obra, la erosión del muro que era visible como simple deterioro, se reinscribe como proceso natural.
El trabajo está cruzado por la relación de contraste y correspondencia entre la estética de las formas y la gravedad de la materia. Los procesos naturales estetizados adquieren el peso del muro a la vez que éste ingresa en el ámbito de la representación.
En el proceso de producción de esta obra, la impresión fotográfica (escala 1 : 1) se reproduce y manipula con la finalidad de obtener un módulo repetitivo, el cual viene a conformar (gracias a un efecto de acumulación) una textura visual.
En la sala contigua se pone en escena la relación entre naturaleza y artificio, haciendo imposible la simple diferencia entre los procesos anónimos de la naturaleza y los arabescos de una imaginación desbordante. El material usado en esta sala ya no es la fotografía sino un hormigón liviano que reproduce exactamente a través de un molde (matriz) la forma erosionada, huellas en la roca de dicho proceso natural. Acá la textura ya no es visual sino táctil, rugosa.
Sergio Rojas
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Artes Visuales
La obra Arabescos es el resultado de un proceso que tiene su punto de partida en la observación de ciertos fenómenos naturales tales como la erosión y las formas y texturas que resultan de ella. Por lo tanto, en sentido estricto, el motivo inicial de la obra es la naturaleza misma como proceso. Dicho de otra manera, la artista en su proceso de obra se inscribe en un tiempo que la excede, en un proceso material iniciado en un tiempo indeterminado. El objetivo no es el simple rescate y exposición de aquellas formas azarosas, sino por el contrario, hacer que la representación trascienda el «no lugar» de su propia artificialidad, hacia el soporte que en este caso es la sala misma. Por esto la obra no se expone simplemente sobre el muro limpio e indiferente del museo, mas bien inscribiendo visualmente en ciertas zonas arquitectónicas del edificio que exhibe un proceso similar de desgaste y erosión.
En la obra, la erosión del muro que era visible como simple deterioro, se reinscribe como un proceso natural. El trabajo esta cruzado por la relación de contraste y correspondencia entre la estética de las formas y la gravedad de la materia. Los procesos naturales estilizados adquieren el peso del muro a la vez que este ingresa en el ámbito de la representación.
En el proceso de producción de esta obra, la impresión fotográfica (escala 1:1) se reproduce y manipula con la finalidad de obtener un modulo repetitivo, el cual viene a conformar (gracias a un efecto de acumulación) una textura visual.
En la sala contigua se pone en escena la relación entre naturaleza y artificio, haciendo imposible la simple diferencia entre los proceso anónimos de la naturaleza y los arabescos de una imaginación desbordante. El material usado en esta sala ya no es la fotografía, sino un hormigón liviano que reproduce exactamente a través de un molde (matriz) la forma erosionada, huellas en la roca de dicho proceso natural. Acá la textura ya no es visual, sino táctil, rugosa.
Sergio Rojas
La pintora María Soledad Chadwick sabe renovarse. Nos propone ahora una instalación distribuida en dos secciones. En ambas, la erosión natural, con la variedad y regularidad de las formas inesperadas que va dejando sobre las superficies l aire libre, resulta su único protagonista. Y recrea aquel arabesco resultante tanto en relieves volumétricos sobre moldes de hormigón, como a través de su registro fotográfico sin cromatismo alguno. Con los primeros satura el piso de la sala de menores dimisiones. Las fotografías, entretanto, le permiten emprender, lo mismo que los hongos que florecen en una filtración, lo mismo que las cicatrices que invaden una herida, la clausura ornamental de las grietas temibles que ponen en peligro la propia estructura arquitectónica de la sala del M.A.C. de mayores dimensiones.
Waldemar Sommer
Artes y Letras El Mercurio